Cuando nuestras expectativas no se cumplen o las situaciones no funcionan como imaginábamos, experimentamos frustración. Este malestar lo conocemos desde que somos pequeños y nos seguimos enfrentando a él cuando somos adultos. Y ya que nos acompaña a lo largo de toda la vida, es importante aprender a manejarlo. ¿Quiere saber qué técnicas utilizamos en nuestro Kindergarten alemán para enseñar esta habilidad a los más pequeños?
En este blog, le compartiremos algunas de las estrategias que llevamos a cabo en el Colegio Alemán para que los niños aprendan a convivir desde la resiliencia y la paciencia.
Un primer paso para ayudar a los niños a enfrentar la frustración y empezar a practicar cómo sobrellevarla, consiste en motivarlos para que intenten cosas nuevas. Esto implica un reto, donde las cosas pueden no salir bien a la primera. Por ello, durante estas actividades, lo esencial es elogiar el esfuerzo, en vez de enfocarnos en sus resultados o en el cumplimiento total de las metas.
Por el contrario, cuando uno rehúye este tipo de situaciones y soluciona todo alrededor del niño para que no se enoje ni se ponga triste o haga berrinches, en lugar de realmente facilitarle el camino, estamos evitando la oportunidad de que aprenda a lidiar con estas emociones.
Igualmente, en este proceso, nuestras educadoras utilizan la técnica de validar las emociones de los niños y ayudarlos a reconocerlas. De hecho, esta validación emocional es muy importante, ya que ellos no tienen experiencia identificando lo que sienten y, en muchas ocasiones, no entienden lo que está pasando.
Por lo tanto, es crucial ayudarlos a nombrar lo que les sucede y hacerles saber que es válido: está bien si estás enojado, está bien si estás triste, está bien equivocarse.
Después de guiarlos para reconocer lo que sienten, se les presentan alternativas para resolver su frustración. Incluso, dependiendo de la madurez y la edad de los niños, se les puede pedir que sean ellos mismos quienes imaginen y propongan distintas soluciones a su problema.
Con esto, fomentamos el razonamiento, la resiliencia y la paciencia. A la vez, los impulsamos a tener una mayor autonomía y mejor autoestima, porque se dan cuenta de que sus decisiones y opiniones son tomadas en cuenta.
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En resumidas cuentas, la frustración es uno de los sentimientos más comunes que experimentamos en la vida. Pero cuando ayudamos a los niños a sobrellevarla, los estamos impulsando a desarrollar las habilidades que necesitan para ser felices y desenvolverse plenamente en el mundo.
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